Ahora que es más necesario que nunca poner la sostenibilidad en el centro de todas nuestras actuaciones, tanto a nivel personal como corporativo, queremos mostrar cómo desde la automatización de los procesos de final de línea podemos contribuir a mejorar la relación de nuestras empresas con su entorno, tanto desde una vertiente ambiental como social y laboral.
La automatización trae implícta de entrada una reducción de consumos, tanto energéticos como de material. El proceso de optimización de todos los procesos nos permite realizarlos con el mínimo gasto de energía y la utilización de la cantidad de materia prima estrictamente necesaria, sabiendo que, además, tendremos unos procesos totalmente regulares que mantendrán estables estos consumos .
Automatizando también contribuimos a reducir drásticamente el desperdicio por pérdidas de producto o materiales. De entrada porque se eliminan fallos y accidentes, pero sobre todo mejorando las prestaciones del embalaje, dando un mayor grado de protección a nuestros productos durante el almacenamiento y, especialmente, en el transporte.
En el transporte, con todas las cargas ambientales que lleva asociadas, también incidimos de forma importante ya que podemos sacar el máximo rendimiento de cada viaje optimizando el diseño y las prestaciones de los embalajes.
Y, por último, donde la automatización toma una gran relevancia es en la mejora de las condiciones de trabajo, pudiendo delegar en las máquinas todos aquellos trabajos de manipulación de cargas pesadas o monótonas. Los procesos automáticos también conllevan entornos de trabajo más seguros, reduciendo drásticamente el número de accidentes.
Es importante, pues, realizar una buena evaluación de nuestros procesos de final de línea; seguro que encontraremos mejoras a implementar que nos darán resultados inmediatos incluso más allá de la propia empresa.